viernes, 26 de marzo de 2010

Querida:


Hoy, después de un encuentro prolongado, aún más que nuestros encuentros prolongados, me hiciste reconocer que, yo, estaba equivocado.

Ahora, a solas, sin la presencia de tu voz temblorosa, no puedo recordar ni los motivos de tu tristeza. ni el argumento de mi equivocación. Lo que recuerdo es que tú lloraste toda la noche y gran parte del día siguiente y que yo tuve angustia como cuando niño le tocaba el culo a una vecina y mi madre al verme me pegaba una cachetada.

¡Cómo explicarle a mi madre, entonces, que yo en verdad la amaba a Ella y que con la vecina era por puro juego, por pura diversión.

Cómo explicarte, compañera mía, de este viaje insondable, que el amor nunca renunció a nada y, por eso, no existe.

Renunciemos mi amor a nuestro amor, para poder amarnos.

Renunciemos mi amor a ser el uno para el otro, para poder tenernos.

Renunciemos mi amor a nuestras mezquinas ambiciones, para poseer, junto con el poeta, lo más grande.

Vivimos en un mundo, querida, que el que no necesita dinero, necesita amor, y es en este mundo desesperado y perplejo por no poder, donde te planteo el arrebato de un diálogo. Una antigua manera de encontrarle nuevos caminos a la vida. Te propongo un diálogo mantenido a cierta distancia, una verdadera prueba de fuego. En principio nos miraremos como pensando cada uno su propio peso. Encontrar en el otro en esa mirada el lugar donde será vencido. No ya la muerte, sino el espacio infinito y negro de la locura será nuestro lugar de trabajo. Todo será maravilloso y siniestro, ganaremos y perderemos varias veces, en varias situaciones. Podremos y no podremos con el amor. Triunfaremos y seremos vencidos jugando el mismo juego con los mismos rivales. Quiero que lo recuerdes para siempre, en esos momentos, Ella se parece a la máscara de una alegría pasada. Ella es impenetrable cuando está muerta y, sin embargo, tu cuerpo se contrae bajo tus ropas, tu cuerpo se quiebra por debajo de tus más viejos sentimientos. Se trata, querida, de la repetición de una frase que Ella más que hablar, prefiere temblar. Un viejo rito se establece en los contornos de tu cuerpo, como cuando en mi barrio encendíamos la fogata de San Juan. Ahí, como hoy en tu cuerpo, querida, se quemaba todo lo viejo. Ahí, se quemaba cada vez, el pasado. Ahí se quemaban los tibios rencores, los azulejos brillantes de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

domingo, 21 de marzo de 2010

Querida:



Usted ya se dio cuenta, soy una paloma despedazada por pequeños deseos infantiles. Por mi ambición, extrema, de tenerlo todo para mí.

Soy la que sufre en vano. El dolor ardiente de la noche y, también, de la mañana. Cuando consigo alejarme de mí, me sigo viendo a mí misma, retorciéndome, con ganas de hacer pis, temblando de miedo, sintiendo que le estaba transmitiendo mis perversidades. Porque yo soy perversa. No se dio cuenta cómo me duelen las tetas cuando lo miro. No se dio cuenta. que después de hacer el amor, soy la hiena capaz de comerse a sí misma, para que nadie la vea sonreír.

Soy incurable, doctor, en el centro propio de su inteligencia de la vida, un cáncer maligno, su pequeña nenita enamorada le envía de regalo esta hermosa mierda tallada para usted.

Espero que usted sepa interpretar apropiadamente mi desacuerdo con su lengua materna. cuando pretendo insinuarle que sin ayuda, usted, no podrá ser famoso o tardará mil años.

Mi vértigo, doctor, lo ayudará a crecer. Mis ansias por las pasiones celestiales lo ascenderán al cielo. No tema, doctor, soy una hembra poderosa. Mi madre vive en mi dolor, abierta a los perfumes de la muerte.

jueves, 18 de marzo de 2010

Querida:

Enaltecido por la sombra de llevar conmigo la poesía, te diré que ella se ha vuelto loca, en un tiempo donde ya casi no tiene sentido la revolución, ella me pide que me mate por ella. Ella, como verás, es una consejera peligrosa. Debemos tener cierto cuidado para no transformarla en una mujer mortal. Para que esto no ocurra debemos mantenerla alejada de los negocios, del juego, de la sexualidad, del viento de poesía que llevaremos con nosotros los días por venir.

A pesar de considerarme el mejor psicoanalista de gente grande y sana, me atrevo a tus pendientes milagrosas, cada vez más profundas y negras. A pesar de considerar mi retórica diabólica entre diabólicos, me animo a tus silencios, más negros aún, que tus profundidades.

Antes de seguir quiero aclararte un mal entendido, lo que estamos produciendo en esta conversación, no va ni para atrás. ni para adelante, ni para arriba, ni para abajo, ya que lo que transcurre entre nosotros y en dirección prohibida, es el tiempo; el lugar y nosotros, somos siempre los mismos.

Me respondiste a la aclaración, con un no sé qué será de mí entre tanta niebla, pero si usted lo dice, algo ha de ser. Y con la violencia de quien, todavía, no ha llegado al mundo, se desnuda en medio de la página, y me pregunta: ¿quién ha hecho ésto para ti? Por mí, le respondí, ni siquiera usted, he visto a muchos hacerlo por el Otro.

Y qué, vas a cerrar los ojos para no verme. Y qué, vas a morir, todavía más, para que mi cuerpo no abrigue ninguna esperanza de liberación. Y sus piernas eran tambores gráciles, bailes febriles, sobre mi propia manera de ser, sobre mis puntos de vista. Cuando ella cayó derrumbada. partida en dos por su propia energía a mis pies, le dije: Mira, nena, hoy que el odio ya me llega a las tripas, te diré quién es la peor: Antes, si tú y Ella me lo permiten hablará mi experiencia. Dos mujeres es todas, quería decir, que con dos mujeres alcanzaba para darse cuenta cómo eran todas El resto fue todo galantería de mi parte. Y como soy grande tuvimos grandes amores y grandes deseos y parecía, que ninguna otra cosa sería posible y, sin embargo, te digo a vos para que a tu vez le digas a Ella, "que deben tener mucho cuidado conmigo, soy un hombre capaz de cualquier disociación, me propongo poder escribir algo que nada tenga que ver con mi vida: Tu amor por Ella.

Darme cuenta que la que menos podía con la nueva situación, fueras precisamente tú, me deprimió todos los renglones anteriores. Ahora debería poder alejarme de todo, también de mi propio pensamiento. Cuando llego a este estado, Ella se siente agradecida, de que por fin, después de tantas vueltas, yo esté preparado para escucharla.