sábado, 11 de abril de 2009

Relato número catorce. No pude contenerme y pregunté.

No pude contenerme y pregunté:
—Y ese, ¿quién es?
Y Leonor y Emilse, a dúo por un lado, contestaron:
—¡Nuestro psicoanalista!
Y en el mismo momento, Evaristo también contestó:
—Es un gran poeta argentino.
—¡Ah, poeta y psicoanalista...
—Sí —confirmó Evaristo—, es el Master, el no va más del Grupo Lamda.
—Será el no va más del Grupo Lamda, pero aquí se comportó de una manera tan enigmática, habló como si estuviera más allá de nosotros.
Walter, intentando que no se escuchara del todo lo que había dicho Silvia, agregó en seguida:
—Es una personalidad, escribió como 20 libros.
—Yo quería conocerlo, me hubiera gustado que se quedara conversando más tiempo.
—Será toda la personalidad que tú quieras -se defendió Silvia-, pero el Profesor también es una personalidad y, sin embargo, no va por ahí haciendo sentir inferior a todo el mundo.
Como yo era el Profesor tuve que terciar en la conversación, y aunque no quería estar en desacuerdo con Silvia, igual le pregunté:
—¿Por qué se había sentido inferior frente a ese hombre?
Ricardo, moviendo la cabeza de un lado para otro, y tratando de servirme una copa de vino, dijo, como al aire:
—Usted, Profesor, siempre hablando al corazón de las cosas. Es simple, Profesor, lo que usted pregunta, si Silvia me deja contestar por ella...
Emilse y Leonor se levantaron y saludaron con amabilidad, considerando que a la mañana siguiente muy temprano tenían que ir a trabajar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario