martes, 12 de mayo de 2009

Relato veintitres. Querida Jefa de nuestro jardín más bello

Querida Jefa de nuestro jardín más bello:
Hoy es un día especial, esos días que me alegro que vos estés en Buenos Aires, porque eso quiere decir que yo algún día podré ir a Buenos Aires.
Aquí, en Madrid, dos veces por día, me hacen sentir que algo me quitan o algo no me dan por ser argentino. Lo que quiere decir que aquí, en España, los argentinos pagamos diezmo.
De cualquier manera sé, por vuestras cartas, que es casi imposible vivir en Buenos Aires, aunque en Buenos Aires, por ahí, es bueno ser argentino.
Estoy preocupado en encontrar caminos del pensamiento que me permitan transformar este estado de cosas que por ser argentino, mejor dicho, por haberlo sido, no me dejarán en España nada, casi nada grande.
Sin embargo, pienso que deberían existir caminos más sencillos para hacer que algunos cuantos versos tengan una vida duradera y puedan viajar por todo el mundo posible.
Hoy estoy verdaderamente raro, inquieto, como si algo malo, muy malo, estuviera ocurriendo.
Hay días que me siento rodeado por las enfermedades, la locura, la muerte. Pero esta vez es todo muy distinto, ¿y sabes por qué? Porque ahora tengo unos dineros en mi cuenta bancaria, y ese dinerillo en el banco es lo único de mí que no puede matar nadie, ni siquiera los españoles. Ese dinero en el banco, después de los ataques, la injurias y los infinitos obstáculos salvados, es mi cuerpo, el cuerpo sobre el cual, luego, vuelve a crecer mi alma.
Mi poesía, aunque llegara a ser la mejor, que eso ya es muy complicado, nunca será bien concebida aquí, en España. Mi personalidad no va para este pueblo. La dimensión de mi voz más que conmoverles les aturde, les enceguece en mi contra.
Algunos españoles, por mi poesía, han llegado a tomársela con mi persona, ¿entiendes?
Por eso hoy me da alegría escribirte una carta sabiendo que vives en Buenos Aires y que, algún día, las cosas podrían girar de tal manera que yo aparezca viviendo en Buenos Aires y que todo este infierno actual será pasado o escritura. Y no como ahora, que es vida cotidiana imposible. Falta presente.
Mientras miro la televisión, enciendo un cigarrillo para fumármelo tranquilamente y pienso que con el correr de las horas alcanzaré mejores formas, alguna otra manera de mirar lo mismo.
Que el número 4 de los fascículos de Poesía y Psicoanálisis lleve la publicidad del diario PÁGINA 12 me parece sensacional.
Eso que está pasando en Buenos Aires con nuestros libros también es mi cuerpo.
Como ves, un pedacito de mi cuerpo en el dinerillo que tengo en el banco, y otro pedacito en la distribución de nuestros libros en Buenos Aires, es decir, en tus manos.
Me despido, por ahora, con un fuerte abrazo.

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